martes, 7 de abril de 2009

La Pascua

El Tiempo Pascual comprende cincuenta días desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés. Estos cincuenta días se viven como un solo día. En esta cincuentena celebramos el Paso de Cristo a su Nueva Vida. Cristo Jesús ha pasado en su Misterio Pascual a una nueva forma de existencia. Ha sido constituido “Señor” y primogénito de toda la creación. Ha entrado definitivamente en la esfera del Espíritu y vive para el Padre.

Los principales signos pascuales son:
  • La alegría: es éste un tiempo de gozo y alegría porque “Cristo, nuestra Pascua, ha resucitado”. Y junto con él esperamos también nuestra resurrección. La expresión más patente de esta alegría, entre otras cosas, es el canto del Aleluya, que cantamos en las Eucaristías más festivas, como aclamación antes del Evangelio y, sobre todo, en este tiempo de pascua, empezando por el solemne aleluya que se entona en la Vigilia Pascual, después de su silencio durante la cuaresma.
  • El Cirio Pascual: encendido solemnemente durante el lucernario de la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo que pasa de la muerte a la vida y es nuestra Luz para siempre. Aparte del tiempo pascual, también se enciende en dos momentos muy significativos de la vida de un cristiano: en el bautismo y en las exequias (el entierro), el inicio y la plenitud de nuestra comunión con Cristo Jesús.
  • El agua: este elemento nos recuerda nuestra incorporación a Cristo mediante el Bautismo, nos hace presente lo que representa para nosotros nuestra condición de bautizados, renovada solemnemente en la gran noche de la Vigilia Pascual. De ahí que, en las Eucaristías de Pascua, el acto penitencial se sustituya por la aspersión con agua bendecida en la Noche Pascual.