viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Es difícil hacer oración?

Una vez que distinguimos el mes pasado entre oración y rezo, conviene que nos detengamos este mes en otra pregunta recurrente: ¿Es difícil hacer oración? ¿Se necesita una formación especial? Hacer oración no es difícil ni complicado, pero sí se necesita, sobre todo al principio, un cierto esfuerzo por parte de la persona. Esto se debe a que cuando uno empieza a hacer oración debe ser constante, paciente, debe procurar dedicar todos los días un tiempo especial para orar. Esta fidelidad exige una predisposición por parte del orante, que es lo que exige ese esfuerzo, pero en absoluto supone una dificultad.

Otro inconveniente consiste en que, junto a la oración, el cristiano debe ir creciendo también en la formación en la fe. Por ejemplo, para poder meditar un texto de la Biblia es necesario tener unos conocimientos básicos sobre la Sagrada Escritura para poder leerla desde el sentir de la Iglesia y así ser capaz de interpretar lo que leemos. Esta “dificultad” aparente, que supone más bien un inconveniente que una dificultad, se supera fácilmente participando en la catequesis parroquial.

También podría ser una dificultad el método a seguir en la oración. Hay gente que se incapacita para orar o no consigue hacerla con eficacia puesto que le falta un método a seguir. No es que la oración suponga un ejercicio complicado y excesivamente técnico, pero sí es cierto que ayuda seguir un determinado método con unas pautas sencillas que nos ayuden a centrarnos, a ponernos en disposición, a aprovechar la oración, a aprender cómo hay que meditar, etc. Para ello hay cursos, talleres, y esquemas que nos ayuden a hacer oración. La oración no es algo que sepamos hacerla sin más, hay que aprender a llevarla a cabo, como tantas otras cosas.

En conclusión, hacer oración no es difícil, pero si hay que poner los medios para sortear esos inconvenientes que pudieran surgir y que nos complican la labor de orar. Pero lo que sí es fundamental a la hora de hacer oración es la disposición personal para hacerla. Debemos sentir la necesidad de orar y estar dispuestos a hacerlo, siendo constantes y no dejándonos vencer por las contrariedades. La oración es una experiencia apasionante, pero que supone un cierto esfuerzo al comienzo. Pero, no lo dudes, ¡¡merece la pena!!