Algo que hay que tener muy en cuenta a la hora de hacer oración es el tiempo que hay que dedicarle, tanto a la duración como al momento del día.
Es muy importante que procuremos hacer la oración siempre a la misma hora, ya que esto nos ayudará a acostumbrarnos. El hombre es un animal de costumbres, de ahí que si hacemos la oración siempre en el mismo momento, al llegar esa hora parece que como si “el cuerpo nos lo pidiera”. Ese momento del día dependerá, eso sí, de cada persona, pues no todos pueden llevar a cabo una actividad como la oración, que requiere una concentración mental, a cualquier hora. Habrá quien le venga mejor por la mañana, antes de comenzar sus actividades, puesto que está más despejado. Otros lo preferirán por la noche, al finalizar la jornada, ya que es el tiempo en que puede relajarse mejor. También habrá quien le venga mejor por la tarde, ya que es el momento en que puede encontrar mejor un lugar más recogido para poder hacerla. Pero lo importante será dedicar siempre la misma hora o momento del día para ese rato de intimidad con Dios.
Con respecto al tiempo que debe durar la oración, sería aconsejable comenzar con una media hora. Menos tiempo sería demasiado escaso y más se haría algo tedioso. Cuando alguien comienza a hacer oración se puede hacer algo largo, pero poco a poco, y a medida que uno va asentándose en la práctica de la oración, uno se va habituando. Pero es fundamental ser fiel a esa media hora, sin recortar ni un solo minuto. Cuando se está más avanzado en el camino de la oración, puede que esa media hora se quede corta y necesitemos más tiempo. Será ése el momento de ampliar el tiempo que le dediquemos, por ejemplo, a una hora. Pero este paso nos los irá pidiendo nuestra misma intuición, ya que esa media hora nos sabrá a poco.
Habrá momentos dedicados de manera más intensa a la oración, por ejemplo en un retiro, unos ejercicios, un desierto, en que tengamos que estar más de una hora en oración. En estos casos, es conveniente no estar más de una hora seguida en oración, ya que la fatiga mental y el cansancio pueden hacer que disminuya la concentración. Seria bueno que, al acabar la primera hora, nos demos un descanso, pero sin dedicarnos en ese tiempo de descanso a una actividad que rompa de manera brusca el clima. En ese descanso podemos hacer alguna otra actividad pero de manera serena, por ejemplo, pasear, contemplar un paisaje, detenernos en un elemento de la naturaleza, por ejemplo, una flor, un pájaro, las nubes, etc. Para este descanso, nos bastarán con unos 5 ó 10 minutos como mucho.